La visión antigua: el lactato como culpable de la fatiga
Durante muchos años, cuando un atleta notaba que las piernas “quemaban” o que la fatiga le impedía mantener el ritmo, se decía que eso ocurría por “acumulación de ácido láctico”. Se creyó que ese compuesto era el responsable de la pérdida de fuerza, del dolor muscular y del agotamiento.
Pero la ciencia más reciente ha demostrado que el lactato no es un enemigo, sino un aliado energético. En lugar de provocar fatiga, el lactato permite que el cuerpo siga generando energía cuando las demandas del ejercicio aumentan.
El nuevo paradigma: el lactato como mediador metabólico
El lactato se sitúa entre las dos grandes vías metabólicas del cuerpo: la vía oxidativa (que usa oxígeno) y la glucólisis (que degrada glucosa sin necesitar oxígeno).
Por tanto, el lactato está entre las dos vías metabólicas, actuando como un puente entre ellas. No es un signo de que algo anda mal, sino de que el organismo está respondiendo a una demanda energética elevada.
El nivel de lactato en sangre indica el grado de estrés metabólico del organismo en un contexto dado: cuando el cuerpo necesita generar energía a mucha más velocidad que en un contexto relajado —por ejemplo, en una sesión de entrenamiento a alta intensidad— los niveles de lactato suben.
Y esto no ocurre por la intensidad en sí, sino porque se produce más lactato del que la célula es capaz de degradar o reutilizar. En otras palabras, cuando el ritmo sube, los niveles de lactato en sangre aumentan no porque la actividad misma sea “mala”, sino porque la demanda energética supera la capacidad de degradación del lactato.
Además, el lactato cumple varias funciones más allá de energía directa:
- Fuente de energía: no solo es un subproducto, sino que puede reconvertirse en piruvato para seguir produciendo ATP.
- Precursor gluconeogénico: es un punto de partida importante para generar glucosa nueva (por ejemplo, en el hígado).
- Molécula señalizadora (“lactohormona”): modula procesos metabólicos, regula qué fuentes de combustible usarse, influye en la expresión de genes relacionados con metabolismo, y actúa como señal para adaptaciones del músculo y otros tejidos.
- Al producirse lactato también se consumen iones H⁺ (protones), lo cual reduce la acidez local y ayuda a moderar la “quemazón” que tradicionalmente se atribuía al lactato.
Así, el lactato no solo sirve como “reserva energética”, sino también como informador metabólico que participa en la regulación del metabolismo global.
Cómo se obtiene energía a partir de la glucosa (vía aeróbica)
Cuando el ejercicio es moderado y hay suficiente oxígeno, la glucosa (o el glucógeno muscular) se degrada dentro de las mitocondrias para producir ATP, CO₂ y agua.
Este proceso es muy eficiente: proporciona mucha energía sin generar grandes cantidades de lactato.
Es el sistema que trabaja durante los rodajes aeróbicos, las tiradas largas y el fondo suave.
Cuando la demanda es muy alta: la vía glucolítica (anaerobia)
Cuando el ritmo sube y la demanda energética es urgente, la mitocondria no alcanza a procesar toda la glucosa. En ese caso, el sistema activo es la glucólisis rápida, que ocurre fuera de la mitocondria.
En esa ruta, el glucógeno se degrada en glucosa, la glucosa en piruvato, y parte del piruvato se convierte en lactato. Esto permite que la producción de energía (ATP) continúe, aunque con menor eficiencia.
El lactato no es para nada perjudicial, sino un subproducto de la degradación del glucógeno que vuelve a ser degradado dentro de la célula para generar más ATP, produciendo piruvato. Es decir, el lactato es una fuente de energía. Y cuando vemos que los niveles de lactato en sangre aumentan, no es por intensidad pura, sino porque se produce más lactato del que la célula puede degradar.
La relación entre glucosa, piruvato y lactato
Estos compuestos —glucosa, piruvato y lactato— están conectados como etapas de un circuito energético:
- La glucosa (o glucógeno) es el combustible inicial.
- En la glucólisis, la glucosa se convierte en piruvato, generando ATP.
- Con oxígeno suficiente, el piruvato entra en la mitocondria y se oxida para producir mucha más energía.
- Si la demanda es muy alta, el piruvato se transforma en lactato.
- El lactato puede reconvertirse en piruvato dentro del músculo, viajar al hígado para generar nueva glucosa (gluconeogénesis) o usarse como combustible en otros órganos (corazón, riñón, cerebro).
La producción de lactato sucede incluso en condiciones aeróbicas, no solo cuando falta oxígeno. Esto es clave: aunque tengamos buen aporte de oxígeno, siempre hay algo de producción de lactato, y de hecho esa producción continua es normal y necesaria como parte del metabolismo.
En reposo hay más lactato en el cuerpo que piruvato (el ratio lactato/piruvato es alto), lo que respalda la idea de que la glucólisis “termina” en lactato, más que en piruvato puro, en condiciones fisiológicas reales.
El lactato como indicador del estado metabólico
El lactato en sangre es una herramienta poderosa para entender cómo está trabajando el organismo durante el ejercicio. Se comporta como una especie de “termómetro metabólico”: muestra si el cuerpo está en un estado relajado, moderado o de alta exigencia.
- Lactato y estrés metabólico
- Con lactato bajo: el cuerpo está en modo “económico” y predominan los procesos aeróbicos.
- En zonas intermedias: se produce y se degrada lactato simultáneamente, manteniendo un equilibrio.
- A intensidades mayores: el lactato sube porque se produce más del que se puede degradar. Esto indica que el organismo está muy estresado metabólicamente y requiere energía a mucha mayor velocidad que en un contexto relajado.
- La importancia de la degradación de lactato
Un atleta bien entrenado posee gran capacidad para degradar lactato. Eso significa que puede reconvertirlo en energía, transportarlo a tejidos que lo usen o reutilizarlo eficientemente.
Cuanta mayor sea esa capacidad, mayor será la intensidad que puede sostener sin que el lactato se descontrole. Por eso, la degradación de lactato es una característica destacada de los atletas de fondo bien adaptados.
Un porcentaje muy grande del lactato producido (más del 80 %) se oxida dentro de las mitocondrias, lo que muestra que el cuerpo evita su acumulación. Solo la parte que excede esa capacidad se ve aumentada en sangre. Además, la presencia de lanzaderas (transportadores) permite que el lactato viaje de células que lo producen a células que lo consumen: por ejemplo, de fibras rápidas que lo producen a fibras lentas que lo oxidarán — esto se llama la “lanzadera célula-a-célula”.

- Lactato y señalización metabólica
El lactato actúa como molécula señalizadora (lactohormona). No solo aporta energía: regula el metabolismo, modula qué combustibles se usan, controla la expresión de genes relacionados con adaptaciones mitocondriales y regula funciones como la captación de glucosa y la oxidación de grasas.
Por ejemplo:
- El lactato puede inhibir la lipólisis (la liberación de grasas) cuando sus niveles son elevados.
- También puede regular la entrada de ácidos grasos en la célula.
- Y puede estimular la biogénesis mitocondrial, provocando adaptaciones que mejoran la capacidad oxidativa futura.
En resumen, el lactato no solo “cuenta lo que ocurre”, sino que también “manda señales” para que el cuerpo adapte su metabolismo a las condiciones del ejercicio.
Conclusión
El lactato no es un simple residuo ni un enemigo, sino un actor central del metabolismo energético.
Está entre las dos vías metabólicas (oxidativa y glucólisis), es indicador de estrés metabólico, actúa como fuente de energía, precursor de glucosa y molécula señalizadora.
Cuando vemos que los niveles de lactato suben al acelerar el ritmo, no es por la intensidad en sí, sino porque se produce más lactato del que la célula puede degradar.
Comprender todo esto nos permite interpretar las respuestas fisiológicas de los atletas con mayor precisión y valorar cómo su metabolismo está adaptado al esfuerzo.
Referencias bibliográficas
- Castillo, A. (2023). Oxígeno, Frecuencia Cardíaca y Lactato: ¿Aliados o Enemigos? Podcast La Caja Negra, INDYA. Disponible en: YouTube – La Caja Negra
- Castillo, A. (2021). La paradoja del lactato y su influencia en la salud. Recuperado de https://fissac.com
- Viribay, A. (2020). Lactato: mucho más que un metabolito de la glucólisis – Lactohormona. Glut4Science. Recuperado de Glut4Science
