En los años 50, un doctor alemán de nombre Van Aaken viene a aportar leña el fuego de esta batalla entre naturistas y cientificistas. Como médico, Van Aaken se definía como científico pero no por eso dejaban sus ideas de ser totalmente opuestas a las hasta ahora preconizadas por la corriente alemana del entrenamiento por intervalos.
Según Van Aaken y contra lo sostenido por Reindell, es el ejercicio físico moderado el que permite mejorar la función cardiaca. Para Van Aaken, lo correcto era correr a frecuencias cardíacas inferiores a 140 pulsaciones por minutos. El ejercicio lento y continuo, sostenía, tendría un efecto lento, es verdad, pero finalmente más importante que los intervalos sobre una variable esencial de la perfomance: el volumen de eyección sistólica del corazón. Contando con una cavidad de mayor tamaño, el corazón enviaría mayor cantidad de sangre en cada pulsación. Pero las ventajas de este tipo de entrenamiento iban más allá para sus defensores (entre los que se contaba la escuela «Spiridon» de Macolin, Suiza) pues según ellos la llamada «resistencia básica» conduciría a:
- Mejorar el rendimiento en la carrera.
- Aumentar la actividad de los «fermentos de oxidación biológica».
- Enriquecer las células musculares en su contenido de potasio, lo que favorecería su potencial energético.
- Multiplicar la cantidad de hemoglobina y de mioglobina.
- Aumentar la capilarización de las fibras musculares (mayor irrigación sanguínea).
Por el contrario, los intervalos provocarían:
- Una contracción general de los músculos que limita la irrigación sanguínea durante el esfuerzo.
- Una activación de la formación de ácido láctico.
- Una fatiga de las células musculares por falta de potasio.
- Un agotamiento del organismo debido a un aumento exponencial del consumo de energía.
- Aparte, los atletas que adoptan el entrenamiento por intervalos presentarían grandes fluctuaciones en su forma física, con estados de euforia deportiva seguidos de bajas perfomances y fatigas repetidas.
Algunos de todos estos puntos hubieran podido dejar un sedimento constructivo si hubieran sido objeto de un debate honesto y abierto. Pero, lamentablemente, eran tiempos de tomar partido, más que de buscar la verdad. Se adhería a uno u otro de los métodos como hoy se adhiere a una religión o a una bandera política.
Como prueba de lo poco fundamentadas que estaban las opiniones, vaya esta cita de un artículo escrito por un adepto al entrenamiento de resistencia: “La experiencia lo ha demostrado: el entrenamiento por intervalos realiza su escultura en la arena, mientras que el entrenamiento de resistencia lento y prolongado construye sobre sueldo firme, sólido y prácticamente indestructible. Linda propaganda, ¿no? Pero de discusión seria, nada.
En la práctica, los atletas debían verificar sus pulsaciones de modo de asegurarse de no sobrepasar el límite establecido y de no encontrarse nunca en deuda de oxígeno. Dado que un organismo no puede reducirse exclusivamente a un corazón que bate lentamente, muchos entrenadores que aplicaron esto a rajatabla sacrificaron a gran parte de una generación por imponer “el techo de 140 pulsaciones por minuto”.
Para ser más exhaustivos sobre las condiciones de la metodología de la “resistencia fundamental”, exponemos a continuación algunos preceptos formulados por el doctor Van Aaken:
- Corra todos los días, pero hágalo lentamente.
- Corra mucho. Es el número de kilómetros lo importante, no la intensidad.
- Corra a una velocidad que no supere nunca la de competición y disminuya la misma cuando sus pulsaciones superen los 150 pulsaciones por minuto.
- Tras un fondo extenso, continúe corriendo unos 30 a 40 minutos pero con largas pausas de reposo.
- Que tu entrenamiento sea como un juego, como corren los niños, o como lo hace un salvaje en plena naturaleza.
- Mantén tu peso corporal 6 u 8 Kg. por debajo de lo que todos consideran normal.
- No dejes de entrenar si sufres pequeños desgarros musculares o de ligamentos.
- Cuando eso ocurra realiza ejercicios de larga duración pero intensidad moderada.
- Corre fondos durante toda tu vida pues eso es lo que permite acceder a la resistencia biológica.
Para finalizar, la oposición entre adeptos a los intervalos o al entrenamiento lento, no hace más que reeditar la ruptura ya comentada entre fartlek e intervalos.
En esta guerra de jefes, donde la mayoría elegía un campo o el otro, algunos entrenadores no dejaron de lado ninguno de los dos métodos, aprovechando las ventajas de ambos. Entre ellos, se destaca un entrenador húngaro de nombre Igloi.
Referencias bibliográficas:
Hegedüs, J. (1988): La ciencia del entrenamiento deportivo. Buenos Aires, Editorial Stadium.
Volodalen.com: l’entraînement à la course à pied (2013). Recuperado de http://www.volodalen.com/